Marshall Rosenberg el creador de la CNV se alegraba cuando veía que las personas se atrevían y se permitían mostrar su dolor y esto sorprendía mucho.
Se preguntaban asombrados cómo puede a alguien gustarle ver el dolor de los demás. Lo interpretaban como morboso o insensible y nada más lejos de la realidad. Es lo que más cercanía y cariño aporta a la persona que siente ese dolor. Esta confusión puede entenderse si nos paramos a mirar el cómo vivimos e interpretamos el dolor. Creemos que hay que huir del él porque nos da miedo, pero podemos hacer otra cosa mucho más nutritiva emocionalmente para tod@s. Te lo cuento, dale play.