La plenitud y la felicidad la conseguimos cuando ponemos nuestro amor, nuestra inteligencia y nuestra energía en potenciar aquello que más nos apasiona. En mi caso, lo experimento cuando escribo, al realizar consultas de coaching y asesoría filosófica, en mis formaciones y conferencias, o con mi pareja e hijos. Saber, además, que con ello participo en la construcción de un mundo mejor, hace que mi pasión le dé sentido a mi vida.