Las empresas que viven en el nuevo paradigma enseñan a sus empleados a regular sus estados de ánimo y a controlar su mente. Lo hacen desde una perspectiva espiritual, es decir, les ayudan a comprender que el ego, que está formado por el cuerpo, las emociones y la mente, es el responsable de materializar su misión personal y colectiva. Y les instruyen para que usen la imaginación con maestría.