Ser espiritual significa admitir que estamos formados por un ego, un alma y un espíritu. El espíritu nos conecta con el amor en estado puro y nos recuerda el enorme poder de transformación que tenemos. El alma se encarga de movilizarnos para la acción y el ego materializa esta en la realidad física. Nuestro principal cometido en la vida consiste en mantener en equilibrio estas tres instancias.