Cuando somos movilizados por una emoción perturbadora, podemos aprovechar para incrementar nuestros niveles de conciencia, mejorar la salud emocional y hacernos responsables de nuestro desarrollo personal. Una vez que la reacción defensiva se extingue, solemos sentirnos culpables. Para gestionar la culpa hacemos tres cosas: nos apropiamos de esta, la negamos o buscamos el perdón fuera de nosotros mismos.