Echar la vista atrás, suele llevar consigo dos tipos de recuerdos, alegrías o decepciones; sin embargo, en función de cómo se valore, quizá podamos comprender que no lo hemos hecho tan mal. Valoremos lo que tenemos, analicemos las cosas que nos han sucedido y comprenderemos que no todo es blanco o negro; cada suceso tiene sus matices y su forma de comprenderlo. Está en nuestra mano cómo queremos hacerlo y, en consecuencia, cómo vamos a permitir que nos afecte.