La gestión de personas aún se rige, en muchos casos, por una razón utilitarista y anacrónica fuertemente orientada a resultados económicos. Sin embargo, ha llegado el momento de prenderle fuego a lo convencional y darle la importancia que se merece a lo emocional y a la imaginación.
Actualmente, el capital humano ha de ser tan importante como el económico, y la creatividad tanto como lo establecido. De manera que, hemos de entender y tratar a cada colaborador profesional como una solución y no como un problema. Es decir, como un fin en sí mismo y no como un medio de producción.
Sobre el autor
La plenitud y la felicidad la conseguimos cuando ponemos nuestro amor, nuestra inteligencia y nuestra energía en potenciar aquello que más nos apasiona. En mi caso, lo experimento cuando escribo, al realizar consultas de coaching y asesoría filosófica, en mis formaciones y conferencias, o con mi pareja e hijos. Saber, además, que con ello participo en la construcción de un mundo mejor, hace que mi pasión le dé sentido a mi vida.