La exhortación “conócete a ti mismo” estaba esculpida en el dintel del templo de Delfos y fue tratada por los clásicos griegos además de Buda, Confucio y Lao-Tzé. Y seguimos estando casi como al principio. Suelen hacer falta demasiados años para conocerse uno a sí mismo. Quien se acerca a ese conocimiento, comunica mejor, escucha bien, mira directamente a los ojos, no se precipita, planifica de forma más realista, simplifica, hace bien lo elemental, trata bien a los demás, crea equipo, gestiona la situación en beneficio de todos, y, en general, suele cometer pocos errores.