Ser rebelde deja bien claro que tenemos una personalidad marcada, sin embargo, hay casos en los que habría que revisar si realmente es algo positivo o no. Ser extremista o dejarse llevar por las emociones, nos hará perder la razón sobre los actos que nos llevaron a la rebeldía. Todos tenemos esa faceta oculta, en mayor o menos medida; controlarla o dejarla que nos controle, marcará la diferencia sobre los resultados obtenidos. Para ir en contra de lo establecido, deberíamos ser conscientes de nuestros actos y de por qué los realizamos.