Todas tus acciones están precedidas de una intención y son sostenidas por ella. La prosperidad o la infelicidad que cosechas en la vida son una consecuencia directa de la intención que depositas en lo que piensas, dices y haces. Para tener éxito necesitas entrenar también la atención. Ambas deben trabajar en equipo. La intención activa la posibilidad de una manifestación y la atención, la concreta.