Las empresas que se mueven hacia la integración son capaces de enfrentar sus propios conflictos internos con sabiduría y no se dedican a competir para poder sobrevivir. Estas empresas forman parte del nuevo paradigma, basado en el amor, la auto responsabilidad y el servicio a los demás. En ellas las personas son conscientes de su espiritualidad y trabajan en coherencia con el propósito de su alma.